Es la fiesta más emblemática de Valverde y fue declarada de Interés Turístico Nacional el 18 de enero de 1980. Se celebra cada Jueves Santo.
Se trata de un ritual que representa el sacrificio y la devoción. Los ‘empalaos’ se preparan en la casa familiar. Se visten con un timón hecho de madera de castaño que va atado fuertemente con una soga de esparto sobre los brazos y el torso. Llevan una enagua blanca que le cubre de cintura para abajo, una corona de espinas, dos espadas en la espalda y un velo que cubre sus rostros.
Descalzos, realizan un Vía Crucis como señal de promesa en absoluto silencio. Se arrodillan ante cada cruz que se encuentran durante el camino y ante cada ‘empalao’ o nazareno que se cruzan. Les acompaña el Cirineo, que se oculta bajo una manta y le alumbra el camino con un farolillo. Detrás de ellos caminan sus familiares cubiertos con mantas oscuras.
Las mujeres se visten con una tela morada y una corona de espinas y portan una cruz de madera. Realizan el mismo recorrido que los ‘empalaos’, también descalzas.
Cuando termina el Vía Crucis de 14 estaciones, regresan a casa donde los ‘empalaos’ se desvisten y se les fricciona el cuerpo para recuperar la circulación de la sangre.